No permitas que el dolor se aloje en tu corazón; te pesará mucho en tu vida adulta. Sana ese corazoncito sensible y bondadoso, porque si no, se llenará de ira y amargura. Llora, por favor, llora todo lo que necesites hasta que sientas que las penas se han ido. Aquí estoy para abrazarte, arrullarte y llenarte de besos. ¡Te amo con todo mi corazón!

Yo te cuido, te protejo, te veo y te comprendo. Te consuelo y te doy lo mejor de mí. Al verte tan hermosa y dulce, aprendo a amarme. Recuerdo tu pureza, tu dulzura, tu conexión con la divinidad, y aprendo a escucharte nuevamente a través de mi voz interior. Te sano y me sano.

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